El parto de Sheyla en el Hospital Río Hortega (Valladolid)

Somos una pareja con doble nacionalidad Venezolana y Española, teníamos 8 años viviendo en Perú lejos de nuestra familia y el año pasado cuando decidimos buscar un bebé también decidimos volver a juntarnos con la familia y mudarnos a España.

Todo el embarazo estuvo lleno de la alegría de su llegada y reencuentro con la familia, pero la tristeza de dejar un país que nos había acogido por tantos años y donde habíamos hecho tan buenos amigos.

Finalmente llegamos a España en diciembre y esos primeros meses fueron de reencuentro con familia y amigos, pospusimos un poco el tema del trabajo y buscar casa porque sentíamos que aún había tiempo. 

Finalmente los rumores de la pandemia comenzaban a llegar así que tuvimos que acelerar todo, papá comenzó a trabajar y nos mudamos a un departamento con lo básico, el 13 de Marzo un día antes de que se decretara el estado de alarma y sin saber que 5 días después estaríamos camino al Hospital para regresar siendo 3. 

Durante mi embarazo tuve tensión alta, debía controlarla diariamente y en caso de una subida ir a emergencias. Esos días con el encierro y la incertidumbre la tensión subía y bajaba en segundos. El 18 por la noche la tenía muy alta así que salimos a emergencias.

Todo aún era muy reciente, la emergencia no estaba llena y el personal sanitario no estaba colapsado. Me recibieron con tapabocas y las dos  primeras preguntas fueron "¿tienes fiebre?" "¿Tienes tos?"

Me hicieron algunas pruebas y determinaron una preeclampsia leve "Vamos a inducir..." Yo comencé a llorar, le tenía terror a una cesárea, pero agradezco que todas las enfermeras y médicas de esa emergencia solo tuvieron palabras de ánimo, apoyo y contención.

Pasé 24 horas en inducción y finalmente el 19 en la noche comencé el trabajo de parto. Nunca me separaron de mi esposo, en todo momento lo dejaron a mi lado y tuve un parto respetado, tranquilo y seguro. El 20 de marzo a las 00:26 nació Macarena.

La travesía comenzaba después... 

Los siguientes días al nacimiento fueron tranquilos, sin visitas, yo no sabía lo que ocurría puertas afuera desde el 18 de marzo. Cuando me tocó volver a casa me encontré con el caos y el miedo.

Como nuestra mudanza fue un tanto apresurada no habíamos contrato fibra, no teníamos televisores y en casa había lo básico.

El post parto fue lo más duro, nos habíamos mudado de país con la ilusión de vivir este momento en familia y de la noche a la mañana nuestros planes cambiaron por completo. 

Contrario a lo que habíamos planeado, nos tocó vivir este momento solos, acompañados del miedo cada vez que papá salía a hacer las compras, con poca o ninguna información cada vez que nos tocaba ir por una vacuna.

Nuestro instinto y ganas de ser papá nos hicieron hacerlo todo y vaya que lo hicimos y lo seguimos haciendo muy bien. 

Macarena llegó en medio de una pandemia mundial, en medio del miedo, la tristeza y la soledad... Pero llegó para darle alegría a nuestro cuerpo. 

Gracias Macarena por enseñarnos a ser más fuertes, por enseñarnos a valorar las pequeñas cosas y la compañía del otro, por olvidamos de las pantallas y por acercarnos más, por dejar que el miedo no nos consumiera y ponernos tan fácil esto de ser papás primerizos.

Hoy, nueve meses después, abrazo a todas las mamás que tuvieron que vivir momentos duros, a las mamás que las separaron de sus esposos o de sus hijos y que no respetaron sus derechos y deseos.

La violencia obstétrica en tiempos de coronavirus debe parar. Las mujeres y mamás tenemos derecho a ser acompañadas a respetar nuestro plan de parto y a permitirnos estar con nuestros bebés desde el momento en el que nacen.  

¡Juntas somos más fuertes!

Shey